El hombre, guarda por instinto, unos lazos atávicos hacia esta “materia viva” con la que se viene identificando a través de los siglos. Este material, noble por excelencia, continúa dando una respuesta positiva a un sin fin de sus necesidades, desde el más humilde utensilio hasta la más admirable obra de arte. Desde las edades más remotas, pocos o ningún otro producto de la Naturaleza habrá sido de tanta utilidad al ser humano como la madera, en la que el hombre, viene imprimiendo su huella y dejando testimonios de sus sucesivas civilizaciones a través de este noble material.

Empleado siempre como un medio de expresión, lo fue y lo es en sus funciones puramente decorativas y ornamentales. También para dar un significado ritual o religioso o simplemente haciendo alarde de una cierta habilidad manual y así se puede constatar en cualquier documento histórico, desde tiempos prehistóricos hasta nuestros días.

En la era moderna y aún frente a la incesante pugna por implantar nuevos e innovadores materiales, continúan destacando sus específicas cualidades. El clima cálido que imprime en un interior, su tacto, textura y consistencia, son a la hora de compararlos, sus mejores argumentos frente a la inexpresiva frialdad de estos productos que si acaso llegan a complementarla, su naturaleza y sus particularidades la convierten en un material prácticamente insustituible.

Maderas aptas para la talla

¿Cualquier madera puede ser utilizada en la talla en madera?

La respuesta puede ser afirmativa, pues desde una humilde figura tallada entre las fibras de un tronco de palmera o en una corteza de alcornoque, hasta un trabajo realizado en madera de Guayacán (madera de hierro), considerada como la madera más dura entre las existentes, cada una de ellas da una respuesta positiva de acuerdo con sus cualidades y en principio, ésta será válida en cuanto que su destino no tenga más dedicación que la puramente ornamental.

Por maderas aptas para la talla se entienden aquellas que por sus cualidades de dureza, consistencia y belleza, permiten realizar trabajos de construcción, mecanización, ornamentación y los consiguientes acabados.

Estas mismas condiciones, se extienden a la generalidad de los oficios de la madera y sus especies son cuidadosamente seleccionadas para trabajos que pretenden perpetuarse en el tiempo.

Además de su calidad necesaria, una de las principales exigencias requeridas para su utilización, es su grado de secado. Para su empleo correcto, la medición de su nivel de higrometría deberá situarse alrededor del 14%.

Entre estas especies de maderas, hay que hacer dos distinciones: Las maderas llamadas del país o indígenas y las maderas exóticas o de importación.

Maderas indígenas

Son las que crecen en el propio país y por extensión, en el resto de los países europeos. Existe una gran variedad de maderas de diferente densidad y calidad, adaptables a toda clase de trabajos. Las principales características de algunas de estas especies se describen a continuación.

Nogal (Juglans regia)

Esta madera merece ser citada la primera por sus excelentes cualidades para la talla. Desde unas vetas oscuras de un color casi negro que recuerdan el ébano, hasta un marrón rojizo, posee una textura homogénea y compacta. Su corte es franco, se pule muy bien y permite ejecutar trabajos de gran finura y precisión. Su precio es relativamente elevado y con el inconveniente añadido de una importante pérdida de madera en su despiece.

Roble (Quercus robur)

Madera de muy buena calidad, de color rubio que varía según su edad y procedencia. Su mejor calidad es la procedente de Europa central y particularmente de Hungría, de la cual salieron verdaderas obras de arte en el siglo XVIII. Su veteado y consistencia permitieron la ejecución de extraordinarios trabajos de talla. En ciertas regiones del centro de Francia, crecen también robles de gran calidad, que prácticamente les igualan. Con el tiempo, adquiere una magnífica pátina.

Castaño (Castanea sativa)

Madera de buena calidad de color ámbar claro que varía hacia tonos más oscuros. Se trabaja con cierta facilidad y su consistencia y dureza admiten una terminación muy aceptable. Admite bien todos los tintes y acabados en general y es una especie particularmente indicada, sobre todo, en objetos y muebles que se aparentan con el estilo popular.

Haya (Fagus silvatica)

Esta especie se reconoce fácilmente por su consistencia compacta y dura; Su color es claro, no tiene un veteado muy aparente y está moteada de puntos más oscuros que la caracterizan. La mejor calidad de esta madera se encuentra en los países del Este, particularmente la que procede de Hungría. Se trabaja con relativa facilidad, permite una buena terminación y admite los tintes más variados. Es conveniente su protección contra los insectos xilófagos.

Tilo (Tilia platyphylla)

De un color muy claro, blanda, compacta y homogénea que no se agrieta y que mengua muy poco, es una de las maderas más indicadas para cualquier obra de interior que no necesite una gran resistencia. Ideal para tallas policromadas, esculturas, consolas, espejos, etc. Su corte es franco, fácil y permite la realización de trabajos de precisión.

Cerezo (Prunus avium)

Madera de unos tonos rosados de bellos matices con la que se han construido infinidad de muebles de estilo, posee las grandes cualidades que se requieren, como su homogeneidad, veteado y consistencia. Se trabaja con cierta facilidad y la amplia gama de colores ámbar que ofrece en su acabado es muy apreciada. Al envejecer crea una inmejorable pátina por la que se identifica fácilmente.

Boj (Buxus sempervirens)

Esta madera es posiblemente la más dura entre las especies indígenas. Es de color paja, sin veta aparente y permite la ejecución de trabajos de una precisión comparable a la del marfil. Se corta en todos los sentidos y se obtiene un pulido admirable. Más que un árbol, se le considera un arbusto, por lo que sólo se comercializa en pequeñas secciones y dada su gran densidad, se vende al peso. Utilizada de testa, esta extraordinaria madera fue y sigue siendo, muy empleada para el grabado tipográfico (xilografía.)

Olmo (Ulmus campestris)

Llamada también negrillo, es una madera de buena calidad, de un color con tonalidades de un pardo rojizo al marrón claro. Su corte es franco, aunque posee una textura ligeramente rugosa. Se emplea en la fabricación de muebles de tipo rústico por sus marcados efectos de veteado muy decorativos.

Entre las numerosas especies indígenas se citan por memoria las siguientes maderas: Tejo (Taxus baccata), Olivo (Olea europaea), Peral (Pirus communis), Aliso (Alnus glutinosa) y Brezo (Erica arborea). Todas ellas de excelente calidad, pero que por sus particularidades, su escasez o limitada comercialización, sólo son utilizadas para pequeños trabajos de talla artesanal y de una manera ocasional.

Maderas exóticas

Así se denominan aquellas que provienen de ciertos países de África, América y Oceanía. La enorme diversidad de especies, dureza y colorido, dan a estas maderas todas las posibilidades de ser empleadas en una amplísima gama de aplicaciones. Se citan algunas de estas especies por considerarlas como las más representativas y susceptibles de encontrarse a través de ciertos canales de comercialización.

Ébano (Diospyros crassiflora)

Madera de una extraordinaria calidad. Proviene de Madagascar, Gabón y Ceilán (Sri Lanka.) Sus tonos oscuros llegan al negro intenso, sin veteado aparente y de alta densidad. Permite la ejecución de trabajos de gran precisión y minuciosidad. Su importación está muy limitada, por lo que su utilización en talla y ebanistería se reduce a la restauración de objetos y muebles antiguos. La variedad de ébano procedente de la isla de Ceilán (Diospyros ebenum), posee prácticamente las mismas características que la especie africana. Su precio es extremadamente elevado y la escasa cantidad que se puede obtener se vende al peso.

Caoba (Swietenia mahogani)

Esta hermosa madera de un tono rojizo oscuro es originaria de las Antillas (Cuba). Se corta con facilidad y su consistencia y veteado permiten obtener bellos efectos de plasticidad. Como otras maderas consideradas preciosas, su comercialización es más que limitada y su utilización es puramente anecdótica. Procedentes de África, existen otras especies de caoba que aunque no poseen las mismas cualidades, satisfacen aceptablemente esta carencia. Su precio es muy alto.

Palisandro de Río (Dalbergia nigra)

Importado de Brasil, de la India (Dalbergia latifolia) y de la isla de Madagascar, forma parte de las maderas preciosas. Su color es marrón oscuro con vetas de color violeta. Es bastante dura y se corta con relativa facilidad. Se obtiene un bello pulido y su acabado lustroso produce hermosas pátinas. Actualmente su empleo para la talla, se limita a la reproducción de piezas aisladas para la restauración de muebles antiguos. Madera muy cara y escasa.

Teca (Tectona grandis)

Esta madera, originaria de Asia tropical, tiene la particularidad de ser incorruptible, por lo que se empleó mucho en construcciones navales. Actualmente se utiliza en la industria del mueble, aunque es una especie bastante escasa. Se trabaja con relativa facilidad, su corte es graso y su superficie satinada deja un acabado de un bello efecto. Por su color y veteado encaja sobre todo en los muebles de estilo contemporáneo.

Cedro rojo (Juniperus virginiana)

Procedente de los Estados Unidos y de Canadá. Es una madera ligera, olorosa, de escasa densidad y de un color rosado Se corta y se pule con facilidad. Su veteado produce bellos efectos plásticos. Indicada particularmente en obras de talla de dimensión importante. Se comercializa en grandes piezas y su precio es bastante elevado.

Sapelli o Abebay (Entandrophragma cylindrucum)

De origen africano tropical, esta madera de un color rojizo oscuro, con un gran parecido a la caoba, se presta muy bien para trabajos de ebanistería y talla. Densa y compacta, aunque de corte fácil, es relativamente dura y permite trabajos de precisión dada su escasa porosidad. Madera de buena calidad. Se encuentra fácilmente y en medidas importantes.

Iroko (Chlorophora excelsa)

Madera de gran importancia para toda la construcción en general. Procede de África. Es de un color amarillento que varía hasta el pardo oscuro y con un discreto veteado. Se utiliza esencialmente en carpintería de calidad. Su empleo en ebanistería es menor, pues por su consistencia y dureza sólo su mecanización es aconsejable. El acabado manual y el trabajo de talla sobre esta madera son relativamente costosos por la dificultad de su corte, aunque ciertos escultores la emplearon para realizar obras a escala monumental. Calidad y precio interesantes.

Gaiac, Guayacán (Guaiacum officinale)

Esta madera está considerada como la más dura de cuantas se conocen. Tiene un color pardo casi negro y es extraordinariamente dura y pesada. Las herramientas mejor afiladas y con un ángulo de corte reducido, resisten poco tiempo a su extrema dureza. Su utilización en la talla es puramente anecdótica y sólo se cita por sus especiales características. Por sus cualidades de dureza y sus propiedades lubricantes, se empleó debidamente mecanizada, como soporte de ejes en los buques. Procede de las Indias Occidentales y de América Central y su comercialización es inexistente.

Por oposición a la madera de Guayacán, extremadamente dura y aún siendo una especie no apta para la talla, conviene citar como dato curioso la madera de Balsa (Ochroma lagopus), calificada como la más ligera. Se utiliza casi exclusivamente en la fabricación de maquetas, recubrimientos aislantes y modelismo. Su corte es sumamente fácil, necesitando sin embargo, por su textura, herramientas con un perfecto afilado.

La enorme variedad de maderas exóticas existente en el mercado y la gran similitud entre muchas de sus especies, haría de su larga enumeración un catálogo interminable y fastidioso, por lo que sólo se indican las más representativas de entre ellas.